ASTRID ZULEMA PEREZ PAZOS

Nací en Guatemala, el 6 de agosto de 1985.  Provengo de una familia de clase media baja de la capital del país, soy la segunda de tres hermanos.  Mis padres siempre han sido muy amorosos y siempre estuvieron preocupados por proveerme todo lo necesario, sobre todo cuidaron mucho de mi salud ya que desde pequeña padecía de mis oídos y fue necesario realizarme dos operaciones.

Cuando mi hermano menor tenía aproximadamente 5 años, mi papá tuvo que alejarse de la familia y fue mi mamá quien tuvo que aprender a cocinar pasteles y una comida típica de Guatemala llamada “chiles rellenos” para vender en la iglesia los días domingos.  La venta de comida nos dejaba los recursos necesarios para poder alimentarnos y comprar algunas cosas necesarias para el hogar; sin embargo, mi mamá tenía la responsabilidad de pagar los colegios y lo que obtenía no era suficiente.  Así fue que un sacerdote de otra Iglesia cercana a mi casa me otorgó una beca para poder seguir mis estudios durante 4 años pago mis estudios.

Mi mamá consiguió empleo y así logramos salir adelante con las deudas y compromisos del hogar, junto con la venta de comida, mi papá regreso cuando me gradué del colegio pero resulto difícil por tantos años de ausencia, sabía que al momento de graduarme tenía la responsabilidad de conseguir trabajo como maestra y así poder apoyar a mi familia sin embargo los planes de Dios eran diferentes, el día de mi Graduación como Maestra de Educación Primaria Urbana, en el Instituto María Auxiliadora, fui premiada con el “Galardón De La Riva a la Excelencia Estudiantil” que otorga Industrias De La Riva, ya que tenía el promedio de notas más alto de mi promoción.  Junto al diploma y a la medalla de reconocimiento, Industrias De La Riva me otorgó un pequeño sobre amarillo con información de becas que otorgaban las Universidades del país, al que, para ser sincera, no le presté mucha atención.

Obtuve un empelo de maestra en un colegio, un día mi mamá se puso a revisar la información del sobre que Industrias De La Riva me había entregado el día de mi Graduación, y fue así como descubrió la oportunidad de obtener una beca en la Universidad Francisco Marroquín para estudiar Derecho.  No muy convencida acudí a la cita que ella me había programado y empecé a asistir a las diversas entrevistas.  Desde que conocí la Universidad me encantó el ambiente y la forma de ser de las personas, pero estaba convencida que no era el lugar indicado para mí.  Hasta ese momento mis planes eran trabajar dando clases y estudiar en la Universidad estatal por la noche.  A mediados de mes de diciembre recibí la llamada de la secretaria de la Facultad de Derecho felicitándome porque había obtenido una de las becas disponibles.  En ese momento mi reacción fue de angustia, dudé en aceptar la beca porque sabía que de ser así no iba a poder apoyar a mis papas en la situación económica que aún era bastante difícil.  Consulté la decisión durante todo el mes de diciembre y todas las personas me decían que era una gran oportunidad que debía aprovechar e incluso mis papas me habían dado su apoyo y respaldo para aceptar el regalo que Dios me estaba enviando.

Algo temerosa, decidí aceptar la Beca de estudios y rechazar el empleo que ya había obtenido para dar clases, y fue así como empezó una de las grandes experiencias de mi vida.  Con dificultad para adaptarme los primeros meses, empecé mis estudios esforzándome por rendir académicamente, por conocer a mis compañeros y cultivar bonitas amistades, y sobre todo por intentar adquirir todos los conocimientos que mis catedráticos me ofrecían en cada clase.  En el año 2008 recibí dos de los cuatro premios que la Facultad de Derecho otorga a sus alumnos distinguidos:  el Premio del Decanato otorgado al segundo mejor promedio de toda la promoción y el Premio Luis Beltranena Sinibaldi otorgado al mejor promedio en la clase de Derecho Administrativo.  Termine mi carrera de Licenciada en Ciencias Jurídicas y Sociales, Abogada y Notaria, es un alivio para mí ver que los años de pruebas y luchas han valido la pena.  La Beca que un día obtuve para estudiar en la Universidad hoy por hoy se ha convertido en uno de los más preciados regalos que Dios me ha podido dar.

En el aspecto económico, finalmente puede ayudar a mi familia ya que encontré un trabajo en un bufete de abogados de mucho prestigio en el país, donde no sólo obtuve una remuneración por hacer lo que me gusta, sino que continuar aprendiendo cada día más para convertirme en una profesional de éxito.  He conocido a grandes personas, incluyendo catedráticos, personal de la Universidad y amigos con los que sé que puedo contar el resto de mi vida, finalmente, he podido comprobar que soy una mujer fuerte capaz de vencer los obstáculos que la vida pueda ponerme y convertirlos en una oportunidad para salir adelante.